26/02/2019 – Martes de la 7ª semana de Tiempo Ordinario. – LECTURAS Y SANTOS DEL DÍA

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PRIMERA LECTURA
Prepárate para las pruebas
Lectura del libro del Eclesiástico 2, 1-13

Hijo, si te acerques a servir al Señor, permanece firme en la justicia y en el temor y prepárate para la prueba.

Endereza tu corazón, mantente firme y no te angusties en tiempo de adversidad.

Pégate a él y no te separes para que al final seas enaltecido.

Todo lo que te sobrevenga, acéptalo y sé paciente en la adversidad y en la humillación.

Porque en el fuego se prueba el oro, y los que agradan a Dios en el horno de la humillación.

Confía en Dios y él te ayudará, endereza tus caminos y espera en él.

Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia y no os desviéis, no sea que caigáis.

Los que teméis al Señor, confiad en él, y no sé retrasará vuestra recompensa.

los que teméis al Señor, esperad bienes, gozo eterno y misericordia.

Los que teméis al Señor, amadlo, y vuestros corazones. se llenarán de luz.

Fijaos en las generaciones antiguas y ved:

¿Quien confió en el Señor y quedó defraudado?, o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?, o ¿quién lo invocó y fue desatendido?

Porque el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia, protege a aquellos que lo buscan sinceramente.

Palabra de Dios

Sal 36, 3-4. 18-19. 27-28. 39-40
R. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Confía en el Señor y haz el bien, 
habitarás tu tierra y reposarás en ella

en ella sea el Señor tu delicia, 
y él te dará lo que pide tu corazón. R.

El Señor vela por los días de los buenos, 
y su herencia durará siempre; 
no se agostarán en tiempo de sequía, 
en tiempo de hambre se saciarán. R.

Apártate del mal y haz el bien, 
y siempre tendrás una casa; 
porque el Señor ama la justicia 
y no abandona a sus fieles. 
Los inicuos son exterminados, 
la estirpe de los malvados se extinguirá. R.

El Señor es quien salva a los justos, 
él es su alcázar en el peligro; 
el Señor los protege y los libra, 
los libra de los malvados y los salva 
porque se acogen a él. R.

Aleluya
R. Aleluya, aleluya, aleluya

Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del Señor, 
por la cual el mundo está crucificado para mí, 
y yo para el mundo. R.

EVANGELIO


El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.

Les decía:

«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».

Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.

Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:

«¿De qué discutíais por el camino?».

Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.

Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:

«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».

Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:

«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

Palabra del Señor

 

Martes, 26 febrero 2019

SANTOS:

Néstor, Félix, Fortunato, Diodoro, Papías, Claudiano, mártires; Alejandro, patriarca; Andrés, Flavino, Faustino, Porfirio, Auspicio, Dionisio, obispos; Agrícola, Arnoldo, Víctor, confesores; Matilde, abadesa; beata Paula Montal, fundadora. RR. Hijas de María Escolapias.

Alejandro, patriarca de Alejandría, confesor (c. a. 250-326)

Nació hacia el año 250. Tuvo siempre un carácter apacible y bondadoso que de modo especial demostraba con los débiles y menesterosos. Era por su natural un hombre de paz, llevaba dentro de sí un espíritu conciliador como consecuencia de la caridad.

A la muerte de Aquillas, en el 313, fue propuesto y nombrado para la sede de Alejandría y aquí se va a ver envuelto en asuntos doctrinales que le harán sufrir lo indecible, le madurarán en la profesión de la fe cristiana y lo convertirán en su paladín. No le quedará más remedio que ser fiel a su condición de pastor aun a costa de su fama y de su bienestar; tendrá que sobreponerse a sí mismo y hacer que su bondad se manifieste como intransigencia en cuestiones que él no puede tocar y menos cambiar.

El Patriarca es un hombre celoso en el cumplimiento de su oficio. Le preocupan los indigentes y con ellos muestra una generosidad poco frecuente. Alienta el ascetismo de los solitarios anacoretas que se entregan sin condiciones a Dios, en el desierto de Egipto, con una vida de penitencia. Hizo construir el templo de san Teonás, el mayor de Alejandría. Mantiene la paz y tranquilidad mientras se resuelve la fecha para la celebración de la Pascua.

En torno a su persona y a su ministerio aparecerán figuras que para siempre quedan presentes en el campo de la teología: Atanasio y Arrio. El primero aprenderá a ser buen obispo a su sombra, aun a costa de destierros. El segundo llevará colgado hasta el fondo de la historia, y sobrepasando su propia muerte, el bochorno de su rebeldía y la tristeza de la pertinacia en el error. La Iglesia saldrá enriquecida por la afirmación a perpetuidad de la Verdad y el campo de la teología quedará armado con expresiones aptas para la expresión del Credo.

Al poco tiempo de ser Alejandro Patriarca, comienza a dar castigo Arrio. Ha comenzado a poner al descubierto su personalidad inquieta y su carácter díscolo y rebelde; ahora comienza a predicar cosas extrañas sobre Jesucristo no coincidentes con la verdad profesada en la Iglesia. No sirven los avisos del Patriarca; es más, se empeora el asunto por el favorable eco que encuentra su enseñanza en determinados sectores superficiales de creyentes y la facilidad con que la aceptan algunos provenientes del paganismo. Aquellos círculos van ampliándose y lo que comenzó solamente como una doctrina anormal va tomando tintes de herejía por la pertinacia en la defensa y por lo importante del error.

Arrianismo se denominará la herejía. Enseña Arrio que el Hijo no es eterno, sino que solo es una especial criatura. No tiene la naturaleza del Padre, solo hay una Persona divina. La Trinidad, misterio peculiar cristiano, queda destruida. Como consecuencia directa, la Redención de Cristo es limitada, no infinita.

El responsable de la fe en Alejandría no puede permanecer indiferente en estas circunstancias. Convoca, en el 318, una reunión –la llaman sínodo– para los obispos de Egipto y Libia; entre todos deben entender del tema y expresar la verdad de la fe que en la Iglesia se profesa. Todo termina con la excomunión de Arrio y la condena de su doctrina.

Como va aumentando el revuelo, el emperador Constantino toma cartas en el asunto; está mal informado por los dos Eusebios, el de Cesarea y el de Nicomedia, proclives a aceptar la doctrina nueva. Se envía como legado a Osio de Córdoba para arreglar el asunto que se estimaba como «cuestión de palabras», pero ya sobre el terreno descubre lo irreductible a la fe de Arrio y la importancia del tema. Solo una reunión general de todos los obispos podrá arreglar el problema; entre otros muchos allí está presente –aunque anciano– Alejandro y su secretario Atanasio. De este modo nació, después del de Jerusalén, el primer concilio, el de Nicea. En el año 325 expresa la Iglesia su fe genuina –tal como la vivió siempre– recibida de los Apóstoles y contenida en la Escritura Santa, condenando el arrianismo que por siglos durará entre cristianos y los separará de la verdadera Iglesia.

El Patriarca Alejandro, defensor del tesoro recibido, murió poco después, en el 326, en su sede, con la misión cumplida.

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